ARTICULO
GLEN GARVIN y MELISSA SANCHEZ
The Miami Herald
EL PRESIDENTE Hugo Chávez maneja el SUV de Daniel Ortega durante una reciente visita del primero a Nicaragua.
Daniel Ortega podrá decir que la ambición de su infancia era ser poeta y que la vida lo convirtió en político, pero sin duda conserva un agudo sentido del simbolismo. Sobre todo cuando se trata de fabricarse una imagen de presidente.
Cuando los dirigentes extranjeros llegan a Nicaragua en visitas oficiales, Ortega no los recoge en una limosina con chofer sino en un SUV Mercedes Benz que él mismo maneja.
Pero, intencionalmente o no, ese simbolismo cobra mayor fuerza cuando el huésped es Hugo Chávez. Porque cuando eso sucede Ortega le da las llaves del carro a Chávez para que conduzca.
Muchos nicaragüenses piensan que el control de Chávez en Nicaragua no se limita al volante del auto del presidente. ''Ortega habla más a Hugo Chávez que lo que yo digo Ave María, y yo digo muchos Ave María'', dice el empresario Adolfo Calero, antiguo congresista del opositor Partido Conservador. ``Es como si Chávez fuera su padre''.
Desde que su camarada Ortega regresó al poder el año pasado tras casi dos décadas en el limbo político, Chávez le ha prometido a Nicaragua miles de millones en ayuda, desde petróleo a mitad del precio mundial para sostener la economía del país durante un año y una refinería para procesarlo, hasta carteras para los maestros y lápices para los alumnos.
La catarata de regalos --parte de la campaña de Chávez para forjar una coalición de gobiernos izquierdistas en América Latina-- ha ganado el elogio de algunos y provocado la alarma de otros. Una popular camiseta tiene una foto de Chávez y Ortega junto a Fidel Castro bajo un letrero que dice LA TRINIDAD LATINOAMERICANA.
Nicaragua es sólo uno de los beneficiarios de la ayuda que Chávez ha derrochado sobre sus potenciales aliados de todas las Américas, que incluye combustible para calefacción a miles de viviendas de gente pobre en Estados Unidos, subrayando su posición de líder de la izquierda latinoamericana y ganándole tanto numerosos amigos como no menos numerosos detractores.
Chávez le ha dado más atención y dinero a otros países, pero ha provocado una amarga reacción en Nicaragua, donde Estados Unidos invirtió millones en los años 90 para combatir la tendencia marxista de Ortega y su partido sandinista.
La generosidad de Chávez ha permitido a Ortega y los sandinistas mover su nuevo gobierno a la izquierda, aunque sólo controlan un tercio del Congreso. Y ha suscitado esperanzas --o temores-- de que la izquierda centroamericana, golpeada tanto en el campo de batalla durante los años 80 como en las elecciones desde entonces, pueda estar a punto de un retorno triunfal. Partidos surgidos de antiguos movimientos guerrilleros ahora tienen la presidencia de Nicaragua y Guatemala y son favoritos para las elecciones del próximo año en El Salvador.
Pero la ayuda de Chávez también ha suscitado interrogantes sobre la transparencia del gobierno de Ortega y el uso de los fondos estatales. Y muchos nicaragüenses piensan que el presidente venezolano está ganando influencia con promesas que no puede cumplir.
''Se supone que Chávez nos esté ayudando'', dice Angela Sánchez, ama de casa de 19 años en un barrio de Managua que se lleva el nombre de Hugo Chávez con la esperanza --hasta ahora vana-- de ser recompensado con ayuda venezolana. ``Fue por eso que yo apoyé a los sandinistas en las elecciones, porque pensábamos que íbamos a conseguir ayuda de Venezuela. Pero hasta ahora no he visto ningún resultado''.
Una encuesta de la firma M&R Consultores en noviembre, poco después que el rey de España le dijera a Chávez ''por que no te callas'' durante una conferencia internacional, mostró que Chávez sólo tenía la aprobación de 25 por ciento del público nicaragüense, mientras que casi 60 por ciento tenía una opinión negativa.
Parte del creciente escepticismo pudiera estar relacionado con las baja capacidad de Chávez para las relaciones públicas. A diferencia de los aliados de Chávez en Bolivia y Ecuador, que le han hecho mucha propaganda a su ayuda, Ortega y sus asesores evitan la prensa (Ortega y sus asesores declinaron ser entrevistados para este reportaje).
Así que buena parte de la ayuda venezolana llega con relativamente poca publicidad, aunque su impacto, en el segundo país más pobre del continente, es profundo y sus beneficiarios están impresionados.
''Por primera vez en este país, y 40 años después que se inventara la tecnología de tomografía, el Ministerio de Salud ahora tiene un tomógrafo que la gente puede usar gratis'', dijo el Dr. Melvin Agurcia Perrott, mostrando el nuevo tomógrafo axial computarizado (TAC) en su hospital público de Managua. ``Antes sólo existía en el sector privado y la gente tenía que pagar entre $300 y $500 por los estudios''.
Y cuando se da publicidad a la ayuda, con frecuencia es equivocada. A principios de diciembre, cuando los efectos del huracán Félix provocaron un alza del 100 por ciento en el precio de los artículos de primera necesidad, Ortega anunció que los nicaragüenses pobres podrían comprar frijoles más baratos subsidiados con dinero ``de nuestros hermanos de Venezuela''.
''Se pusieron tan caros que no podíamos comer'', dijo Norwin Antonio Guerrero, un médico de 38 años, tras comprar 20 libras de frijoles. ``Que Venezuela los haya abaratado fue una gran ayuda''.
Pero los frijoles no estaban a disposición de todo el mundo. En algunos barrios sólo se podían comprar con una tarjeta de identidad emitida por los Consejos del Poder Ciudadano, grupos sandinistas locales.
Para muchos nicaragüenses era un amargo recuerdo de los 1980, cuando los comités de barrio sandinistas controlaban el racionamiento de prácticamente todo y usaban su poder para espiar y castigar a sus opositores políticos.
El establecimiento de los Consejos del Poder Ciudadano es una de varias medidas que sugieren que Ortega, que hizo campaña a la presidencia en el 2006 como izquierdista moderado sin ambiciones marxistas, regresa a su antigua posición. Otras medidas:
• Ortega presiona para que el Congreso apruebe un paquete de reformas constitucionales que le permitirían postularse a la reelección y, en ciertas ciertas circunstancias, disolver el Congreso y gobernar por decreto.
• Lanzó una investigación fiscal contra La Prensa, el diario más poderoso de la oposición, al tiempo en que el gobierno insinuaba que quizá no le renovaría la licencia al Canal 2, la estación de TV independiente más poderosa.
• El gobierno incautó tanques de almacenamiento en una refinería propiedad de Exxon para usarlos para un embarque de petróleo venezolano a precio reducido.
• La Fiscalía encausó criminalmente por confabulación para practicar abortos --el primer caso en la historia del país-- a nueve líderes feministas que apoyaron a la hijastra de Ortega hace una década cuando ella lo acusó de abuso sexual.
''Está gobernando como si tuviera un mandato para una nueva revolución'', dijo Edmundo Jarquín, un ex aliado que se separó de Ortega y fue el candidato presidencial en el 2006 de una facción que rompió con los sandinistas.
Los políticos de la oposición no son los únicos que ven con suspicacia las actividades de Ortega. El embajador de Estados Unidos, Paul Trivelli, publicó en septiembre en el periódico de la oposición, El Nuevo Diario, un artículo de opinión insólitamente combativo advirtiendo que ``las democracias deben ser democracias en principio y en la práctica... Aunque los nicaragüenses aceptan la democracia en principio, la práctica democrática en Nicaragua no cumple sus criterios''.
Los opositores de Ortega dicen que Chávez está jugando el papel que Fidel Castro tuvo cuando los sandinistas gobernaron en los años 80, cubriendo las cuentas que le permiten a Ortega girar hacia la izquierda sin temor de alejar la asistencia e inversiones extranjeras.
Y parece que Ortega opina de la misma manera. ''La cooperación venezolana ha sido clave y estratégica. No hay otra cooperación de tal magnitud... Cuba tiene el alma y el corazón, pero no tiene los recursos'', dijo en un discurso el mes pasado.
Su deferencia con Chávez, que ha estado aquí cuatro veces desde que Ortega tomó el cargo el año pasado, es más que retórica. Ortega mantiene a las multitudes esperando por el perpetuamente tardío Chávez. Y si Ortega se molesta cuando los discursos de Chávez habitualmente duran dos horas o más, nunca lo ha mostrado.
Por su parte, Chávez parece verdaderamente agradecido de tener un socio en sus maniobras contra Estados Unidos. ''Sí, somos dos repúblicas'', dijo a una multitud que abarrotó un hotel de Managua la semana pasada. ``Pero somos una nación. No estamos tan lejos uno de otro. Miami está mucho más lejos''.
Pero de hecho, el regalo más anunciado de Chávez --el petróleo a mitad de precio-- no pasa en absoluto por las manos del gobierno.
En la forma que el negocio está estructurado, Venezuela le vende el crudo a una compañía llamada Albanisa, que es técnicamente propiedad individual de funcionarios de compañías petroleras venezolanas y nicaragüenses (55 por ciento de la compañía es propiedad de venezolanos y el resto de nicaragüenses). Nicaragua, a cambio, compra el petróleo de Albanisa, que cobra el precio completo pero devuelve la mitad del dinero a proyectos de desarrollo en Nicaragua, patrocinados por el Fondo ALBA y el Banco de Desarrollo Alba. (ALBA es la sigla de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, un organización económica regional respaldada por Chávez).
Pero como ni Albanisa ni el ALBA son entidades del gobierno nicaragüense, sus libros no están abiertos a la inspección.
Los congresistas de la oposición que han tratado de averiguar a dónde va el dinero, no han logrado nada. Los opositores de Ortega dicen que, en el mejor de los casos, los fondos se desvían hacia el patronato del partido sandinista o, en el peor, se usa en sobornos.
''No sé cuánto está haciendo Chávez por Nicaragua, pero ciertamente está haciendo algo por Ortega'', dice Calero, el empresario de la oposición.
Por supuesto, otra posibilidad es que simplemente no esté llegando mucha ayuda. Aunque el acuerdo petrolero se firmó hace un año, apenas ha operado. El intento del gobierno nicaragüense por entrara l negocio de importación de petróleo, sin tener instalaciones o ejecutivos experimentados, ha encallado en las demoras y cuellos de botella que condujeron a la incautación de las instalaciones de Exxon.
Los tanques de almacenamiento los devolvieron dos meses después, cuando Exxon aceptó alquilárselos al gobierno. Pero aun así, sólo unos 2 millones de los prometidos 10 millones de barriles de petróleo venezolano llegaron en el 2007.
Y aunque el gobierno colocó la primera piedra de la nueva refinería que Venezuela prometió construir en una ceremonia a bombo y platillo a la que asistió el propio Chávez, la obra está paralizada.
''Chávez prometió una refinería'', dice Jarquín. ``Pero Nicaragua es el onceno país al que Chávez le promete una refinería. Se ha sobrepasado. No puede cumplir, esa es la realidad''.
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